Tarariras en aguas claras

Un clásico también del fly

No hace tantas décadas atrás, la geografía de las lagunas pampásicas era casi calcada en todos los espejos: pared de juncos enmarcando los bordes, vegetación acuática sumergida y emergente (gambarrusa, elodeas) que fijaba el barro y, por ende, una capa de agua clara en superficie que era ideal para pasar un señuelo y aspirar a un violento pique de tarariras en superficies.

Por desgracia los cambios debidos a la acción humana (obras en las orillas), máquinas para quitar vegetación acuática, eutrofización de los espejos por acción de agrotóxicos, introducción de especies exóticas que remueven plantas y son arquitectos ecosistemicos (carpas y sogyos), han hecho que hoy la mayoría de los espejos presenten pocos juncos y vegetación acuática y aguas turbias.

Pero algunos espejos en Bragado, alimentados de aguas surgentes, conservan aquella fisonomía cristalina que hace que el spinning, el bait o la pesca con mosca en aguas claras, todavía sea posible. La laguna El Abuelo, es uno de ellos, un ámbito ideal para el vadeo por su suelo duro en donde no enterramos los pies, con aguas bien claras y buena población de tarariras.

Esto condiciona nuestras elecciones de artificiales ya que vamos a preferír poppers, señuelos con hélices y aquellos que solamente bajen no más de 10 cm para trabajar esa fina capa de agua transparente por encima de la vegetación sumergida. En suma, los señuelos bien barulleros de superficie y sub superficie son los que andan muy bien.

Se llega a “laguna El Abuelo” transitando hasta el km 220,500 de la ruta 5, donde giramos a la izquierda unos pocos kilómetros hasta dar con la tranquera blanca a nuestra derecha que reza Las Marías. De esa tranquera hay que continuar derecho y contar tres tranqueras más a mano derecha. En la tercera veremos en un poste de luz con un disco que dice “Establecimiento El Abuelo don Esteban”.

Esta laguna hoy se encuentra en niveles de agua óptimos y presenta contornos muy irregulares, pues donde creemos que acaba, vuelve a ensancharse en una sucesión de espejos encadenados a lo largo de varios kilómetros. Pero por lo general, las franjas más visitadas son los 1000 metros a izquierda y 2000 metros a derecha de casco. Claro que la posibilidad de usar un kayak o bote para atravesar la laguna principal haciendo base en orillas distantes, nos pone en posición de privilegio en zonas menos fatigadas por los pescadores al vadeo.

El invitado no esperado fue el viento, de más de 50 km por hora, que nos ponía por delante un tremendo desafío pues en los claros de la laguna había agua batida y rizada, algo muy inusual de ver en estos ámbitos tan protegidos por juncales. Nos tomamos el plan tranquilos para estar en “zona de fuego” en la mejor franja horaria, que va desde la primera hora de luz hasta las 8 o bien, como en el caso de nuestra visita, desde las 17 hasta el ocaso. Entonces, tras el almuerzo, fuimos caminando hacia la izquierda del embarcadero (tener mucho cuidado con alambres a nivel de los tobillos que pueden hacernos caer), hasta la zona de un monte de eucaliptos que está a unos 1000 metros, testeando –donde podíamos- cada huequito al reparo del ventarrón.

Con los primeros piques empezamos a sacar las conclusiones que nos serían de utilidad en el happy hour de final de jornada: las tarariras de los primeros 30 o 40 metros desde la orilla que estaban activas eran las chiquitas, de menos de un kilo. Las mejores había que buscarlas con el agua a la altura de la cintura o el pecho. Pero a ese nivel, lo que costaba era encontrar alguna zona reparada, ya que el junco es más bien orillero y solo encontrábamos matas raleadas cuando entrábamos en profundidades.

El agua estaba bien caliente, haciendo innecesario el uso de waders, pero sí el uso de calzas y pantalones largos de secado rápido, que no solo nos permitieron registrar que el agua seguía cálida al meternos adentro en el espejo, sino que de ese modo podemos evitar sanguijuelas que produzcan desagradables mordidas en nuestras piernas.

En cuanto a equipos, usamos cañas de flycast nro 6, con línea floating acorde, un tippet de 2 metros y moscas tipo poppers y streamers atados con materiales sintéticos, mas el siempre útil uso de anzuelos con foam, rubber legs, y chenil.

Ya con el sol cayendo, hubo una pequeña bendición: una media hora donde el viento aflojó un poco. Encontramos un claro abierto y un juncal el forma de herradura protegiendo una zona de unos 80 metros despejados. “Es acá”, dijimos, y empezamos los casteos, separándonos convenientemente, pero a su vez manteniéndonos a la vista para obtener regitros de las capturas de los compañeros. Poppers y streamers rindieron por igual con tarariras de 1 a 2 kilos, bien combativas y, como dijimos, pescadas con el agua a la cintura.

Fue un rato con gusto a poco, porque nuevamente el viento empezó a levantarse con fuerza, agregándose el espectáculo climático el de fogonazos de relámpagos en el horizonte. Comprendimos “el mensaje de la naturaleza” y emprendimos el regreso desandando el camino con menos puntillosidad en la elección de los claritos a tocar: esta vez solo paramos a hacer las pruebas solo en los claros que nos habían dado respuestas positivas.

Fue un cierre de jornada con un par de capturas más, sin que ninguna rompiera el molde: a las clásicas y agresivas taruchitas de medio kilo, se le sumaron las taru promedio de un kilo y un par de ejemplares de casi 2 kilos. Fue un período breve el de las emociones, pero que igual nos regaló postales de ensueño pescando en un ocaso con amigos. Nos prometimos revancha en El Abuelo, una laguna que siempre nos da sorpresas y que, a pesar del vendaval, esta vez también cumplió.

• Equipos de fly: cañas St Thomas Coral Reef 5 o 6, con reel también 5 o 6 de Coral Reef y línea de flote 5 o 6 Scientific Anglers. Leader de 1,5 mts de nailon 0,30 y terminación en cable de acero de 20 lbs. Moscas: poppers y streamers.
• Equipo de bait: Reel Spinit Mega Cast 6 y caña Shimano Compre de 6-12 lbs.
• Equipo de Spinning: Caña Spinit Energy de 2 tramos y 2,10mts con reel Spinit Black Sotne 30.

Por: Wilmar Merino