Testeando equipos en Lobos
La llegada definitiva del calorcito tras un período de fuertes inestabilidades climáticas motiva hacia quienes hacemos periodismo de pesca una consulta recurrente y no siempre fácil de responder: ¿Dónde puedo ir a tirar la caña de orilla en un lugar digno para ir con la familia?. Esa inquietud suele venir acompañada de otra premisa que complica aún más la posible respuesta: “… y que no quede tan lejos”, agregan mayormente quienes viven en grandes centros urbanos y no acostumbran a recorrer grandes distancias. En esta ocasión, tratando de dar respuesta a esas inquietudes, visitamos la cercana laguna de Lobos para probar nuevos equipos y tratar de obtener el grand slam lagunero: carpas, tarariras y pejerreyes. Tras analizar varias posibilidades y pesqueros nos decidimos por Bahía de Lobos, un camping situado en una pronunciada bahía de este popular pesquero (a solo 115 km de CABA) con un par de kilómetros de costa parquizada. El ámbito ofrece muchas variantes de pesca familiar, dado que buena parte de sus orillas están protegidas por pequeñas cercas vegetales, hay un muelle particular en “T” que permite ganar unos metros a la costa y buscar pejes dejando derivar las líneas, zonas de juncales y una pequeña islita a modo de península en donde decidimos hacer base. Para apuntarle a los pejes armamos cañas Spinit Spectrum 4000, con reeles Spinit Turbo, en tanto para tarariras montamos reeles Spider 200 en cañas de bait Spinit Baitmax, para apostar dos boyas cerca de los juncales. Mientras tanto, montamos otros dos equipos livianos, compuestos de cañas Spinit Rainforest con reeles Turbo, para tentar carpas con masa y línea coreana. De todo como en botica, para una pesca multitarget.
El primero en dar aviso fue un gran bagre blanco que exigió la Spectrum, caña de Spinit que elegimos por su “aguante” para batirse con sorpresas inesperadas. Es decir, a veces en el Río de la Plata apuntamos al pejerrey pero toma la mojarra un gran patí. Y en este caso ocurrió algo similar: esperábamos el pique de alguna linda flechita de plata lagunera, pero se nos prendió un bigotón de casi 2 kilos. Rato después, en las mismas líneas de peje, decidimos encarnar camarón de la laguna, y nuevamente la Spectrum y el reel Turbo cargado con miltifilamento Spinit del 20 se portaron de maravillas, dado que se nos prendió una soberbia carpa. Cosas inesperadas pero factibles en ámbitos compartidos por diversas especies y de aguas bajas.
Finalmente llegó el momento pejerreycero, cerca del mediodía, donde la caña se pudo lucir con su objetivo central. Una media docena de ejemplares de 30 cm, fueron pescados a buena distancia (otra ventaja de tener una caña durita y con pocos pasahilos flotantes como ésta) reelmplazando el puntero impulsor de la línea por una plomada de 30 gramos, para que la línea quede anclada y el viento no la traiga a la costa.
La tercera especie del día estaba lograda, pero aún faltaba, como en todo álbum, “la figurita difícil”: la tararira. En un año signado por el fenómeno de La Niña, con escasez de agua y heladas que mataron muchos ejemplares, encontrar tarariras palustres va a ser un desafío no fácil de lograr.
Pero finalmente, tras un par de grandes carpas logradas con la masa y las cañas Rainforest exigidas al máximo, una de las boyas salió disparada a los juncos y pudimos sacar la ansiada tararira, completando el Grand Slam de especies que fuimos a buscar, y sumándole un regio bagre blanco que nos muestra que, con paciencia y buens elementos, toda pesca es posible.
Por: Wilmar Merino
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